jueves, 15 de diciembre de 2016

Cuestionando lo Obvio

Me ha pasado con mucha frecuencia que Dios me ha llamado a cuestionar lo obvio. Hacemos tantas cosas a diario sin realmente pensar si son importantes o eficaces o simplemente necesarias.





Quizá lo más fuerte tuvo que ver con la educación de nuestros hijos. Recuerdo ver como "obvio" que fueran al colegio. Y en mi paradigma, a un colegio bilingüe. Así que así fue. Anotamos a nuestra hija mayor a los dos años en un colegio doble turno al cual, por ser chiquita aún, iba solo a la mañana. En sala de cuatro era la única que no iba doble turno. Nos resistíamos a mandarla todo el día al colegio desde tan chica. Y nos empezamos a preguntar si era necesario mandarla todo el día cuando fuera más grande. Al ver que el colegio no le enseñaba conforme a lo que queríamos que aprendiera la cambiamos a una Escuela Cristiana. Estuvo dos años ahí. Pero poco a poco fuimos viendo que esto tampoco respondía a lo que creíamos debía ser la educación de nuestros hijos.

Y ahí fue cuando nos preguntamos, ¿Por qué los mandamos al colegio? ¿Quién nos dijo que lo hiciéramos? ¿El Señor Jesús nos mandó a hacer esto? ¿Sirve para instruir al niño en el camino de Dios de tal manera que nunca se aparte de El? Con mucha sorpresa vimos que en realidad estábamos haciendo lo que todos hacían sin cuestionarlo demasiado.

A la luz de esta situación, comencé a darme cuenta de la cantidad de cosas que había hecho porque todos lo hacían. Muchas durante mi infancia y mi adolescencia, lo cual es más entendible. Pero otras innumerables decisiones importantes fueron tomadas sin considerar preguntas importantes siendo ya adulta. Decisiones tomadas sin cuestionamientos.

Algunas de las preguntas que nos hicimos y nos hacemos alrededor del aprendizaje hoy buscan cuestionar, evaluar, repensar lo obvio a nivel educativo. Lo que se da por sentado que debe ser. El status quo.

¿Por qué mandarlos a la Escuela? ¿Jardín? ¿Guardería?
¿Por qué dejarlos al cuidado de otros cuando Dios nos los confió a nosotros, sus padres?
¿Por qué educarlos bajo el paradigma de este mundo cuando Dios claramente, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, nos dice que no nos conformemos a este mundo, que seamos santos, apartados, distintos?
¿Llevar a los niños a la escuela da los resultados académicos prometidos? ¿Es la mejor forma de aprender? 
¿Por qué mandarlos a tal o cual actividad extracurricular? ¿Lo edifica? ¿Lo equipa? ¿Lo capacita para la vida?
¿Por qué comprarles una tele, un celular, una tablet?
¿Por qué los chicos no pueden trabajar como parte de su aprendizaje? 

La mayoría de las veces nos cuestionábamos estos temas cuando veíamos los resultados en lugar de anticipar los resultados. Al ver lo que producían en la vida de nuestros hijos determinadas cosas, veíamos que no servían para buscar primero el Reino de Dios, para conformarnos a la imágen de Jesús. ¡Anticipar los resultados de las decisiones que tomamos en éstas áreas es tanto mejor!

Y entonces surge la gran pregunta... Siendo Jesús el Señor, el que manda en nuestro hogar, ¿que tiene El para decir de estos temas?

Y de tantos otros temas que los padres sentimos tener el derecho a decidir: nuestro trabajo, cuanto tiempo trabajar, si tener auto o casa o no, si viajar o no, si estudiar una carrera o no, si usar control prenatal o no, si amamantar o no, si quedarnos a cuidar a nuestros hijos o no, si vivir frugalmente para poder hacerlo o buscar las comodidades "obvias" que "deberíamos" tener, etc, etc.

Es bueno recordar que mucho de lo que hoy es obvio no lo era hace un tiempo. Dios nos llama a no adaptarnos al mundo actual. Es el mundo actual el que más influencia tiene sobre nosotros.

Por eso el pasaje de Romanos 12:2 me impacta tanto:



Renovar la mente requiere cuestionar, repensar lo "obvio" para comprobar cual es la voluntad de Dios. Y ver si lo que hacemos en pos de la educación de nuestros hijos realmente produce en ellos lo que Dios quiere para sus vidas.



2 comentarios:

  1. Silvina, no conocía tu blog!!! Es realmente muy valioso que lo hagas, lo voy a recomendar a los padres que están haciendo escuela en casa acá en Rosario. El texto, precioso. Muchas gracias!!! Adelante!!! Un abrazo!

    ResponderEliminar