miércoles, 17 de octubre de 2012

Relacionándonos con nuestros hijos a través de la lectura.


Encuentro que relacionarnos en profundidad con nuestros hijos es una de las mejores maneras para enseñarles. Jesús se relacionó a diario con sus doce apóstoles para formarlos. La cotideaneidad, el compartir debilidades y fortalezas, el pasar tiempo juntos permite empapar a nuestros hijos de aquello que les queremos transmitir y a su vez nos permite ver cómo responden a lo que aprenden de nosotros y de otros.




Pero es importante ver que podemos pasar horas con otras personas, para nosotros nuestros hijos, y no tener una relación profunda, de intimidad. El objetivo es conectarnos de corazón a corazón y no de cerebro a cerebro. Y esto requiere de tiempo y detenimiento.

¿Cómo lograrlo? Una de las maneras en que lo hacemos en casa es leyendo juntos. Mis hijos chiquitos a veces están cansados, se ponen fastidiosos, o quejosos. ¿Qué obra mágicamente para cambiar su humor? Que yo detenga mi vida de corridas, los siente a upa, los abrace e invierta mi tiempo en leerles una historia, un cuento. A veces con mimos alcanza. Pero la lectura es como una llave a sus pensamientos y sentimientos. Les cuento una historia y escucho sus preguntas, sus comentarios, descubro lo que les hace reír o llorar. Leer nos permite detenernos y generar contacto físico y diálogos profundos.
Interesante notar como la tele y la compu por lo general son usados para sacarse los chicos de encima... En lugar de ponernos en contacto íntimo con ellos, muchas veces los usamos para darnos aire y mantenerlos entretenidos, pero solos y sin pensar nada...

¿Cómo lograr que nuestros hijos piensen y evalúen las cosas de la vida? Leyendo juntos. En la escuela por lo general quieren que los chicos aprendan a comprender lo que leen, lectura comprensiva le llaman. Es importante que entiendan lo que leen pero no debemos detenernos acá. Debemos permitir que lo que leemos sea un disparador para pensar juntos, para ver la realidad y cómo nos impacta, para tomar ejemplos buenos y malos, para inspirarnos a mejorar, para alejarnos del mal, para sensibilizarnos con otras realidades y culturas y para tanto más!!!


Por supuesto hay muchos caminos más. No debemos desaprovechar la infinidad de oportunidades que se nos presentan en el día para conectarnos corazón a corazón con nuestros hijos. El aprendizaje sin duda está ligado a lo afectivo. Y un tiempo de lectura en familia genera justamente eso. No hay una edad para terminar la lectura en voz alta. ¡Mi padre nos solía leer en la cama en días de fiaca hasta que me casé! No es solo lo que leemos. Mis hijos más grandes sin duda pueden leer solos. Pero el tiempo de lectura compartida es un tiempo de conectarnos, de compartir ideas, de conocernos mejor, muchas veces de reirnos juntos, otras de llorar juntos, otras sorprendernos y otras animarnos unos a otros y otras... ¡Tanto más!

¡Sobra decir que el amor por la lectura es contagioso para todo niño en este contexto!


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