miércoles, 22 de febrero de 2017

Y...¿Cómo se socializan?

Una de las preguntas que nos han hecho con más frecuencia desde que educamos en casa tiene que ver con la socialización de nuestros hijos. Y de tanto pensar en el tema, devuelvo la pregunta a todos los padres, los que educan académicamente en casa y los que no. ¿Cómo hacen con la socialización?


Es mi impresión que en estos tiempos la expectativa general en cuanto a la socialización es que "surja sola". Pero a su vez, hemos bajado el nivel de exigencia enormemente. La sociedad ya no espera que un niño sepa saludar. Tampoco que haya aprendido a hablar cuando sea el momento oportuno. Se tolera que interrumpa, que sea grosero, que no responda cuando se le habla, que conteste de mal modo. Aún más, la sociedad ve como "normal" que un jóven no sociabilice en absoluto, permitiendo que se mantenga aislado en sus "redes sociales" en encuentros familiares, en cumpleaños, aún en el aula.

Hoy más que nunca esta pregunta es pertinente. Parecería que la mejor forma en que un niño aprenda a socializar es dejar que se "las arregle solo" con sus amigos. Que aprenda a "defenderse". Pero... ¿es esto realmente así? ¿Aprenden solos a relacionarse adecuadamente con los demás? ¿Aprendimos nosotros así? Una evaluación honesta de las habilidades sociales de nuestros hijos es importante.

Ahora bien, ¿Quién dice cuál es la forma "correcta" de relacionarnos socialmente? Con los chicos nos reímos que en Tibet, como señal de respeto ante los adultos, los niños les sacan la lengua. En la Argentina solemos saludarnos con un beso mientras que en otros lugares del mundo esto no es común. En Micronesia levantan las cejas para saludarse. Claramente las costumbres para mostrar afecto y respeto varían con la cultura.

Como seguidores de Jesús, nuestra responsabilidad es aún mayor, porque no debemos relacionarnos con otros como lo hace la cultura que nos rodea, sino como Jesús nos lo enseña.

Algunas de sus enseñanzas dicen:
Niégate a ti mismo.
Considera al otro como más importante que a ti mismo.
Escucha más de lo que hablas.
Si alguien te pide algo, dáselo.
No te enojes fácilmente.
Si te enojas, no peques.
Sirve a los demás.
Si alguien te pide, dale..., aún más de lo que te pida.
No hay amor más grande que dar la vida por un amigo.

Esto quiere decir que si bien es común que entre los niños se "bardeen", usen el sarcasmo, se rían de otros, llegando al extremo del "bullying", no compartan, se peguen, etc. esto no debe ser así en la socialización de nuestros hijos.

Tenemos la oportunidad y la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos a socializar, a relacionarse con los demás como nos lo pide Jesús.

Desde chicos podemos enseñarles a saludar amorosamente a las personas amadas (la forma varía culturalmente). A saludar respetuosamente a todos.
Podemos enseñarles a prestar atención a los demás: escuchar, mirar al otro a los ojos, preguntar y aprender de los demás.
Podemos enseñarles a tener empatía: a ser sensibles a lo que los demás piensan o sienten.
Podemos enseñarles a amar a las personas y usar las cosas (facilitando el proceso de que las compartan) en lugar de que aprendan a amar las cosas y usar a las personas.

Podemos enseñarles cómo responder a alguien que los maltrata. Pero es nuestro privilegio y responsabilidad defenderlos de aquellos que con malicia los quieran dañar o maltratar. Un niño es vulnerable. Y es puesto en el seno de una familia amorosa para darle, entre otras cosas, amor, contención y protección.

Podemos enseñarles a observar el lugar al que entran y ser sensibles a lo que pasa ahí. Enseñarles a no interrumpir. A cómo interrumpir cuando es necesario.

Podemos enseñarles cómo mantener conversaciones con personas diferentes a ellos, en edad, en cultura, etc. Podemos enseñarles a generar conversaciones con otros.

Estas son solo pequeñas muestras de lo mucho que pueden aprender. La pregunta es, ¿pueden aprenderlo sin que nadie les enseñe? ¿Solos? Los niños de hoy en día, ¿se sociabilizan bien? ¿Y... nuestros hijos?

¿Cuál es la mejor manera de que aprendan? Debe haber muchas, pero creo que una fórmula que no falla puede ser esta.


  • Que nos observen y vean. Que les expliquemos lo que van a ver y lo que están viendo y les hagamos saber que lo más importante de relacionarnos con otros es que aprendamos a amarlos como Dios los ama. Que les transmitamos que es lo que esperamos de ellos al relacionarse con los demás.
  • Que socialicemos juntos. Nos ha ayudado mucho explicar lo que esperamos de ellos en distintas situaciones antes de vivir las mismas. Por ejemplo, antes de entrar a un negocio, recordarles que es importante saludar. Antes de que alguien les sirva algo, recordarles decir gracias. Antes de recibir gente, recordarles compartir y servir a los invitados. 
  • Que ellos lo hagan y nosotros observemos. Que los animemos cuando vayan bien y hagamos las correcciones pertinentes cuando sea necesario.
  • Que lo hagan solos.
¿No será mucho pedir que salteemos los primeros tres pasos y pretender que aprendan solos? ¿No será muy poco pedir resignarnos a que se relacionen mal con los demás? ¿Qué tan intencionales somos a la hora de enseñarles?

Uno de los testimonios más fuertes que darán nuestros hijos tiene que ver con su capacidad de socializar como Jesús lo espera de ellos. Y nosotros, sus padres, somos los encargados para velar porque así sea. 



Que tomemos con seriedad nuestra responsabilidad de enseñar a nuestros hijos a socializar. Y que nuestras expectativas no sean "realistas". Que esperemos mucho de ellos... porque es lo que Dios espera.



2 comentarios: